jueves, 19 de diciembre de 2013

Roma: Edad Media, Edad Moderna y Actualidad.

Hola!! Esta semana toca Roma en la Edada Media, Edad Moderda y en la Actualidad.


Edad Media:

Con el fin del Imperio Romano de Occidente, en Roma tiene lugar un período marcado por la presencia barbárica en Italia y, sobre todo, por la afirmación de la Iglesia en el poder (con el Papa como jefe), que sustituyó al Imperio y derribó el puente que habría unido a la Antigüedad con el mundo nuevo.
Muchas luchas en el ámbito romano y europeo no permitieron la instauración de una estructura política constante en Roma, que pasó por tanto a través de distintas formas de gobierno: fue dominada primero por los Godos y sucesivamente por los Bizantinos. En este período fue llevada a cabo la creación de un ducado romano, cuyos límites correspondían, grosso modo, con la ciudad y el territorio que la rodeaba.
En el año 756, desaparecido definitivamente el rey longobardo Astolfo, Pipino el Breve, rey de los francos, cedió las tierras conquistadas al papa Esteban II, dando nacimiento al Patrimonium Sancti Petri, el Estado Pontificio, del cual Roma se convierte en capital.
La noche de Navidad del año 800, el papa León III corona emperador a Carlo Magno en la antigua Basílica de San Pedro, instituyéndose así el Imperio carolingio: Roma no fue la capital del mismo (ubicada en Aquisgrán), pero fungió como centro religioso del nuevo estado teocrático.

Alrededor de la mitad del siglo IX, el papa León IV, después de la incursión sarracena de 846, hace fortificar la Civitas Leonina (que correspondía con la actual Ciudad del Vaticano), confirmando el poder político asumido por los pontífices, que eran protegidos por las familias nobles. Aunque éstas fortificaron sus casas, hasta convertirlas en auténticos castillos: es el período comprendido entre los años 1100 y 1200, período en el cual Roma estrechó sus relaciones con las comunidades asentadas en sus cercanías.
A mediados del siglo XII los ciudadanos romanos instauraron el Municipio Consular (que se asentó en la cima del Campidoglio), rival de la autoridad papal y de la autonomía de los nobles; en este período Roma se abastece de nuevos y eficientes sistemas de defensa.
La Edad Media, además, se caracterizó por las luchas entre las familias nobles ligadas a los Papas y aquellas ligadas al extinto imperio, que frenaron el desarrollo del área central de la ciudad hasta el siglo XVI. Roma, centro político del mundo gracias al poderío de los Papas, se confirmó como ciudad pontificia cuando Bonifacio VIII, en 1300, proclamó el primer Jubileo (evento que reunió en la ciudad alrededor de dos millones de peregrinos); el mismo pontífice, tres años después fundó la Universidad de Roma "La Sapienza".
Pero cuando en 1309 el papa Clemente V se retiró a Aviñón, Roma fue gobernada por las familias nobles en continua lucha recíproca: la ciudad sufre una involución, y en el siglo XV registraba apenas 20.000 habitantes.
La radical transformación de la Roma medieval fue iniciada por el papa Nicolás V, que decide realizar ex novo el nuevo centro de Roma, el centro de la fe cristiana, distinto del centro pagano de la Roma antigua. Abandonó Letrán y concibió la idea de la construcción de la nueva basílica de San Pedro: desde ese momento, por casi cuatro siglos, Roma estuvo bajo el completo dominio de los papas.

Edad moderna:

Después de la reforma luterana (1517) y al saqueo de Roma por parte de Carlos V (1527), tuvo lugar el Concilio de Trento, culminado en 1563, que confirmó a Roma como capital del Estado Pontificio, aunque si desde aquel momento la figura del Papa disminuye sus influencias sobre la política europea.
El período sucesivo al Concilio de Trento estuvo caracterizado por una renovación urbanística de la ciudad: los nobles y las familias cardinalicias poderosas abandonaron sus palacios en el centro para construirse nuevas moradas sobre las colinas; pero el verdadero artífice de la gran obra de modernización arquitectónica, cultural y económica de la ciudad de Roma, fue el papa Sixto V, pontífice solamente por cinco años (1585-1590). En 1626 fue inaugurada la nueva basílica de San Pedro, emblema del dominio papal.
Este dominio papal fue interrumpido solamente un siglo y medio después, cuando el 15 de febrero de 1798 fue proclamada la República Romana y fue depuesto el papa Pío VI. La nueva forma de gobierno duró solamente un año, entre el descontento general del clero y de los romanos, pero con el ascenso al poder de Napoleón Bonaparte, Roma pasó a formar parte del Primer Imperio francés (1808). El mismo Napoleón encargó al artista Antonio Canova que modernizará a la antigua capital imperial: bajo orden del emperador francés, además, comenzaron las excavaciones arqueológicas (en particular en el Foro Romano) guiadas por el francés Antoine Chrysostome Quatremère de Quincy.
La era napoleónica se concluyó con una serie de encuentros bélicos decisivos, entre ellos la batalla de Leipzig (1813) y la Batalla de Waterloo (1815): Roma fue tomada por Murat (en noviembre de 1813), pero el 11 de abril de 1814 Napoleón liberó al papa Pio VII, hasta entonces encerrado en prisión por los franceses: el pontífice regresa a Roma, imponiendo de nuevo en la capital el dominio papal y devolviendo el entusiasmo a la gente.


Roma es la única ciudad de Italia que no tiene memorias exclusivamente municipales; toda la historia de Roma, desde el tiempo de los Césares hasta la actualidad, es la historia de una ciudad cuya importancia se extiende infinitamente más allá de su territorio; de una ciudad destinada a ser la capital de un gran Estado.

Luego del Congreso de Viena y del regreso de Pio VII a Roma, la ciudad vivió un periodo turbulento que culminó con la toma de la ciudad y el final del poder temporal de los Papas. En 1849 fue instituida la Segunda República Romana, gobernada por Carlo Armellini, Giuseppe Mazzini y Aurelio Saffi; ésta duró poco menos de cinco meses, a causa de la invasión del ejército francés de Napoleón III comandado por el general Oudinot.
En 1861, luego de la unificación de Italia dirigida por Cavour, comenzaron las presiones del rey Víctor Manuel II contra el papa Pio IX, invitado repetidamente a dejar el poder temporal. Fueron en vano los intentos de numerosos patriotas de anexar Roma al Reino de Italia, y la situación permanece igual hasta el reinado Napoleón III, emperador francés que se oponía a la desaparición del Estado Pontificio. Sin embargo, cuando cae el Segundo Imperio en 1870, Italia no tuvo ya obstáculos y pudo proceder a incorporar al Estado de la Iglesia.
El 20 de septiembre los bersaglieros, dirigidos por el general Raffaele Cadorna, abrieron un boquete en las murallas aurelianas, en los alrededores de Porta Pia, y entraron a Roma: Pio IX fue obligado a retirarse; le fueron concedidos solamente el Vaticano, el Laterano y la villa pontificia de Castel Gandolfo. Roma, por lo tanto, fue incorporada al Reino de Italia, del cual pasa a ser capital.
Luego de la llamada edad giolittiana, que caracterizó los primeros años del siglo XX (en la cual se alternaron los gobiernos de Giovanni Giolitti), y de la primera guerra mundial, concluida en Roma y en Italia con la victoria mutilada denunciada por Gabriele D'Annunzio, la ciudad se encuentra en un clima de desorden e incerteza política que, en 1922, favoreció el ascenso al poder de Benito Mussolini (28 de octubre, a través del golpe de estado conocido como la Marcha sobre Roma). Durante el ventenio fascista, Roma fue el centro de una drástica revolución urbanística deseada y ejecutada por el mismo Mussolini: el duque o duce en italiano hizo destruir varias zonas, numerosos edificios medievales y del siglo XVI, y decreto la apertura de grandes avenidas, como la via dei Fori Imperiali (que pasa al lado del Coliseo romano), el viale Regina Margherita y la via della Conciliazione, que une Roma con la Ciudad del Vaticano, estado independiente instituido el 11 de febrero de 1929 con la firma de los pactos de Letrán.67
Nacieron, además, nuevos barrios y nuevos ambientes, como el barrio EUR (construido para albergar la Exposición Universal de Roma de 1942, pero jamás inaugurado a causa de la efervescencia de la Segunda Guerra Mundial), la ciudad-jardín Aniene, la ciudad universitaria de la Sapienza, el foro Mussolini y Cinecittà, un amplia área dedicada a la producción cinematográfica.
En 1940 Italia entró en la Segunda Guerra Mundial; Roma, escenario de ataques y masacres como la que sucediò en la vía Rasella y en las fosas Ardeatinas, después de haber sido declarada por los alemanes como ciudad abierta, fue liberada por los Aliados el 4 de junio de 1944.68
Al terminar la guerra, Roma, después del referendum del 2 y 3 de junio de 1946, pasa a ser de nuevo la capital de la República italiana. En los años cincuenta y sesenta la ciudad se desarrolló urbanística y demográficamente y, a partir del Jubileo de 1950, se convierte en uno de los más anhelados destinos turísticos transformándose, en poco tiempo, en la capital mundial de la diversión y del cine, gracias a las numerosas películas de reconocidos directores cinematográficos, particularmente La Dolce Vita de Federico Fellini.
En este período la ciudad se expande en modo vertiginoso: se desarrollaron nuevos barrios y las zonas periféricas, hasta ahora en el campo que rodeaba Roma, fueron urbanizadas. Se construyó la estación ferroviaria de Termini y se construyeron nuevas infraestructuras, como el primer tramo del metro y la Autopista Anular A90 así como los complejos deportivos para los juegos olímpicos de los que Roma fue anfitriona en 1960. El 25 de marzo de 1957, además, se firmaron en Roma los dos tratados que diero inicio a la Comunidad Económica Europea y al EURATOM; desde 1962 hasta 1965 se lleva a cabo en la basílica de San Pedro el Concilio Vaticano II.
Hoy en día, Roma, la ciudad más poblada y grande de Italia, es el centro de la vida política italiana y de la religión católica; en calidad de ciudad capital, goza de especiales poderes administrativos, pasando de ser municipio a ciudad metropolitana.


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